Varada en la orilla de una isla nevada, una joven se despierta sola en medio de cadáveres congelados y barcos desmoronados. Tras buscar una cueva para resguardarse del frío, llega a una gran arena donde trona una pila de rocas, a la que trepa para activar un misterioso mecanismo en la parte superior, que hace sonar un toque de muerte. De repente, la montaña sube y tiembla, se eleva y se junta para formar un gigante de piedra. Si el combate frontal se pierde de antemano, la guerrera aprovecha su pequeño tamaño y su agilidad para trepar por el cuerpo de su enemigo, con el fin de activar otros mecanismos similares, que no son otros que sus puntos débiles. A fuerza de terquedad y aferramiento, nuestra heroína logra debilitar a la criatura, que termina colapsando, inerte. Esta situación, cada fan de Sombra del coloso lo sabe de memoria, y lo encuentra aquí intacto, en su mismo jugo. Con un mimetismo bastante desestabilizador, Ora por los dioses no se desvía del mismo programa que su anterior.