El diablo siempre está en los detalles. Echemos un vistazo de cerca a la caja de carga de GTA III, por ejemplo. Hay un retrato, dibujado a modo de cómic, de la mayoría de los personajes que conocemos a lo largo de la aventura. En una inspección más cercana, podemos ver dos caras muy familiares: una, a la derecha, se parece a Joe Pesci, punto Los libertos y Casino, el otro, en la parte superior – perteneciente a Salvatore Leone, no es casualidad – a Marlon Brando en El Padrino. Cine en GTAAl fin y al cabo, es un poco así: una imaginación que ya forma parte de la decoración, protagonista de sus intrigas. Como muchos de sus rasgos geniales, el juego primero debe este arte de la cita cinéfila a su mentor de dos cabezas: el dúo Houser. Son fanáticos del cine estadounidense desde su infancia, que juran por Martin Scorsese, Brian de Palma o Michael Mann, y que nunca dejarán de rendirles homenaje a través de sus propias obras. Si los dos primeros GTA, por su estética plana, aún no permiten que se exprese este potencial cinematográfico (excepto quizás la secuencia FMV que abre Gran Theft Auto 2), GTA III servirá de probeta para desplegar una puesta en escena tan virtuosa como se la referencia, gracias a un motor 3D y un captura de movimiento que dan a los Houser una gran libertad de maniobra.