Desde el auge de los juegos independientes, impulsado en particular por la llegada de Steam y la democratización de las herramientas de desarrollo, hemos visto una proliferación de experiencias de juego que exploran direcciones artísticas atrevidas y sesgos narrativos verdaderamente singulares. Como heraldo oficial de los juegos móviles, solo puedo felicitarme de que este movimiento también haya contaminado estas plataformas, e incluso haya participado plenamente en el surgimiento de algunas pepitas del género. También tengo un ejemplo muy reciente de este tipo de títulos radicales que se enfocan más en la historia que en la jugabilidad, pero que usan hábilmente nuestros medios para tocar mejor nuestros corazones. Este juego se llama Siempre tendremos París.

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Si hubiera una ciencia basada en el código binario, sería su principal deboto. Dame juegos y circuitos y me harás feliz. Residiendo en Sevilla.