Para cierto mes de octubre de 2007, para mí, escalar en un videojuego se reduce principalmente a presionar un gatillo en el controlador y ver a un héroe escapar en dos segundos en la parte superior de un campanario. Así que imagina mi sorpresa cuando me encontré Crux: el aire libre que, por su parte, convierte cada movimiento del pie o de la mano en una cuestión casi estratégica y donde la caída se debe únicamente a un simple error de colocación o momento. Con su guitarrita folk y sus paisajes coloridos, nos hace creer con delicadeza que nos embarcamos en un bonito paseo contemplativo por la naturaleza cuando acabamos de poner los dedos sobre un título tan exigente como brillantemente montado.

Con vértigo nada más subirme a un taburete y con, además, una masa muscular equivalente a la de dicho taburete, nunca me he atrevido a subirme a la más mínima roca (salvo unos bloques de granito lamidos por las olas bretonas en mi años más jóvenes). Así que no tengo la experiencia de Ben Dressler, el desarrollador de Crux: el aire libre que escala todo lo que puede (estuvo incluso en Fontainebleau hace unas semanas) y trató de transcribir en un Como se Juega simple y pegadizo las sensaciones estimulantes que siente con cada ascenso. Esto le da una pantalla táctil prácticamente cortada por la mitad y movimientos simples para hacer, a la derecha, para mover los brazos y, a la izquierda, para las piernas. El objetivo es agarrar presas representadas por pequeños diamantes de diferentes tipos. Algunas solo sirven para poner un pie o una mano a la vez, mientras que otras te permiten llevar más apoyo, pero siempre en un tiempo limitado. Algunas tomas especiales, sin embargo, permiten un breve descanso para darnos tiempo para pensar cómo y dónde ir a continuación (también sirven como puntos de control reaparecer allí en caso de caída).

Lo entendemos rápido, bajo sus aires enfriar, Crux: el aire libre en realidad se convierte en una especie de rompecabezas combinado con la mecánica del juego de ritmo, todo con una amplia inclinación a morir y volver a intentar. Ante cada mesita por escalar, observamos, experimentamos y tenemos que recordar el mejor camino y las combinaciones ideales de movimientos para ejecutar luego en tiempos infernales. Aquí es donde aumenta la tensión porque solo puedes permanecer en la mayoría de las presas durante uno o dos segundos. Afortunadamente, podemos contar con una opción Entrenamiento lo que le permite desactivar la cuenta regresiva corta, tomarse su tiempo para escalar la pared y luego hacer su exploración antes de partir definitivamente. En definitiva, todo está muy bien pensado para evitar frustraciones y transmitir con la mayor delicadeza posible el amor por el deporte favorito de nuestro Poischich nacional. Con sus altos estándares, Crux: el aire libre nos recuerda más que nunca que tenemos que tener cuidado donde ponemos los dedos.

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Si hubiera una ciencia basada en el código binario, sería su principal deboto. Dame juegos y circuitos y me harás feliz. Residiendo en Sevilla.