Al igual que los títulos de Micro Machines de 16 bits de Codemaster, Hot Wheels Unleashed tiene lugar en ese mundo imaginario que creamos cuando jugábamos con coches de juguete cuando éramos niños. Las manos regordetas que proporcionan la potencia real son invisibles, los campos convierten lugares plausibles como garajes y sótanos en arreglos de pistas salvajes que nuestros padres nunca firmarían. Y los propios coches tienen una visión tremendamente optimista de las leyes de la física de un niño de siete años.

Esa dirección creativa en sí misma no es especialmente sorprendente. Pero después de haber jugado la beta regular hace solo un par de meses, lo que realmente me sorprende es cómo el desarrollador Milestone se las ha arreglado para convertir esos elementos en carreras involucradas y, a menudo, genuinamente tensas en la versión final, que llegó a Steam la semana pasada.

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