Hay un momento en Deathloop en el que todo encaja. No es un momento específico. Es probable que ocurra en diferentes puntos para cada persona, pero eventualmente, los jugadores descubrirán los diversos acertijos y mecánicas del juego. Deathloop finalmente hará clic.

Ese momento específico por sí solo es casi suficiente para justificar la consideración para el juego del año.

La premisa de Deathloop es relativamente simple: eres Colt, atrapado en la isla Blackreef, que a su vez está atrapada en un ciclo de tiempo. Para salir de este infierno, debes matar a ocho objetivos, rompiendo el circuito. Tienes que hacer esto dentro de las 24 horas. Si fallas, empiezas de nuevo.

Es simple en explicación, pero en ejecución, meticuloso y complicado. En las primeras horas de Deathloop, juegas a tientas con sus armas, poderes y niveles intrincados, tratando de mantenerte con vida el tiempo suficiente para alcanzar un objetivo; la idea de matar a ocho se siente como un sueño imposible envuelto en ilusiones.

Con el tiempo, ese objetivo se vuelve manejable. Y luego, finalmente, hace clic; todas las piezas del rompecabezas encajan en su lugar. El juego ya no se interpone en tu camino. Deathloop se convierte en tu patio de recreo de destrucción y derramamiento de sangre.

Deathloop sobresale en esa recompensa mecánica. Volar a través de niveles que inicialmente tomaron horas, controlar su acción y finalmente lograr el atraco final es satisfactorio en formas en que pocos otros juegos lo son.

Después de terminar Deathloop, es difícil resistirse a comenzar un segundo juego. Queríamos volar a través de los primeros niveles que nos daban tantos dolores de cabeza, sin dejar de doblar su mundo alrededor de nuestros dedos. Si eres lo suficientemente paciente como para aceptar las reglas y términos de Deathloop, una vez que el juego te dé las llaves del castillo, no habrá mucho más como el caos resultante. | Nuestra revisión

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Dario Reblon
Me apasiona la fotografía y la tecnología que nos permite hacer todo lo que siempre soñamos. Soñador y luchador. Actualmente residiendo en Madrid.