Contar una historia en un videojuego no es tan complicado. Al fin y al cabo, desde el nacimiento de nuestro pequeño medio hace medio siglo, bastaban dos rectángulos y un cuadrado para imaginarnos en medio de un partido de tenis de mesa. Lo más difícil, en cambio, es suscitar emociones en los jugadores, en particular creando un vínculo real con el personaje encarnado en la pantalla. Es aún más difícil cuando no puedes confiar en escenas de movimiento capturadas y diálogos extensos. Y eso es probablemente lo que hace que Gibbon: Beyond the Trees sea tan extraordinario.